Melissa Hohmann
Socia Hohmann & Asociados
Diario El Mercurio 26/11/2024
Si hay algo que distingue a la revolución de inteligencia artificial que estamos comenzando a experimentar es su velocidad. Fueron treinta años para adaptarnos a la introducción de internet, pero solo unos cuantos para incorporar la IA a nuestros procesos y decisiones.
Surge entonces la interrogante acerca de cómo los líderes empresariales harán frente a esta transformación acelerada, no sólo en lo relacionado con las decisiones de negocios en las empresas, sino también en lo referente a aquello que comunican. ¿Cuál debería ser el relato corporativo en relación a la IA?
Algunos de los CEOs de las gigantes tecnológicas se posicionan como visionarios que guían a la sociedad hacia un futuro moldeado por esta innovación tecnológica. Figuras como Sundar Pichai de Google o Satya Nadella de Microsoft narran historias sobre cómo la IA puede democratizar el acceso al conocimiento, mejorar la productividad y resolver problemas globales. Elon Musk y Eric Schimdt advierten sobre los riesgos de una inteligencia más poderosa que la del ser humano. La aproximación es comprensible tratándose de las industrias que lideran el desarrollo de la tecnología.
Pero, ¿qué pasa con las empresas no tecnológicas y, en general, cómo se está tratando el tema en las empresas en Chile? ¿Es posible optar por el silencio en torno a la IA cuando estamos viviendo una revolución de estas proporciones? Claramente no.
La disyuntiva es compleja para el liderazgo ejecutivo. Enfrentan la presión de adoptar la IA como parte integral de sus operaciones mientras deben mantener un relato que no genere ansiedad entre sus colaboradores ni perturbe a los clientes. Lo más desafiante en este caso es comunicar una transformación en pleno desarrollo y respecto de la cual existen más interrogantes que certezas.
El relato debe ser diferente. No se trata de prometer un futuro idealizado, sino de mostrar un compromiso concreto con la integración de la IA de manera ética y sostenible. Explicar cómo se utilizará para beneficiar a los stakeholders. Reconocer abiertamente los temores sobre la automatización y posicionar a la IA como una herramienta que complementa el trabajo humano en lugar de sustituirlo. Por último, mostrar que la empresa está preparada para evolucionar y aprender en tiempo real, adaptándose a las demandas del mercado y a las expectativas de sus grupos de interés.
Por supuesto no basta con hablar de IA. Hay que demostrar cómo se está utilizando esta tecnología para mejorar procesos, crear valor y, sobre todo, para liderar con responsabilidad. En esto último, los líderes no parece que vayan a ser sustituidos por la IA, porque hasta el momento solo ellos son capaces de actuar bajo un marco ético que asegure una implementación responsable.
Ignorar el desafío comunicacional en torno a la IA no es una opción. Si los CEOs no cuentan la historia, otros lo harán por ellos.
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